Esta obra está considerada la obra maldita del teatro español por la fama de mala suerte que acompañó al autor. La costumbre es tocar madera o cruzar los dedos cuando se nombra la obra y el autor. Leyendas aparte, esta farsa de muñecos autómatas tuvo gran impacto en los escenarios europeos de vanguardia fascinados por la marioneta y su inquietante humanidad artificial (el extraordinario Antonin Artaud representó a uno de los muñecos en su estreno en París). La historia de la rebelión de las criaturas mecánicas contra su creador adopta en esta obra una original presentación en la que se mezclan los caracteres de la comedia del arte, de la tradición de la farsa hispánica y la parodia del teatro burgués. Crucemos los dedos para que nada ocurra durante el espectáculo, pero por si acaso, antes de subir el telón, crucen sus dedos para que no caiga la lámpara sobre el patio de butacas.